Don galante
caballero,
nada con más
gusto haría
que escapar con
valentía
de esta jaula y
carcelero,
que mi padre con
esmero
llama hogar,
morada y alma,
alma de vida de
calma,
que con orgullo
preserva
y cual trofeo
conserva,
pues si quiebra
se desalma.
Esperadme en la
alameda
la de los
recuerdos gratos
por donde trepan
los gatos
y hay empedrada
vereda.
Imagina que se
pueda
reír y dormir
risueños
abrazados por el
sueño,
rozar las nubes
de un salto
y bajo el cielo
cobalto
que de mis
labios seas dueño.
Quizás sea
precipitado
disculpad mi
atrevimiento
más sabed que yo
no miento
cuando amor he
susurrado.
Preguntad a las
estrellas
son de la luna
doncellas,
y bien saben lo
que os cuento
se lo ha dicho
todo el viento,
que me roba las
querellas.
Sentimiento de
grandeza
que construye al
hombre pleno
suena más lejos
que un trueno
y es secreto de
riqueza,
creed, hablo con
franqueza
cuando os digo
que es albor
razón, no razón,
fervor
pues como el
alba me siento,
como el
crepúsculo lento,
cuando pienso en
vuestro amor.
Como un fiel a
Dios se abraza
como ojos desea
un ciego
confío en vos y
a vos me entrego.
Mi corazón
amenaza
con que abandona
y rechaza
de mi pecho las
paredes
siempre y cuando
tú te quedes
a su lado hasta
que muera,
hasta que el
silencio adquiera
en su partitura
sedes.
Pueden ser
eternidades
pero no atiende
a razones,
fuerte ruido de
cañones
sus latidos,
libertades,
pues quizá de
alguno agrades,
que como el
justo defiende
y como el
valiente emprende
como ojos desea
un ciego
confío en vos y
a vos me entrego
llama, amor,
pasión que prende.
Enhorabuena por tu poema, Cristina. Me parece muy bueno. Un saludo. Raúl Vacas
ResponderEliminarMuchisimas gracias Raúl, me ha hecho mucha ilusión que comentaras mi poema. Un Saludo. Cristina Garrido.
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