martes, 30 de abril de 2013

UNA EMOCIÓN CONTAGIOSA

UNA EMOCIÓN CONTAGIOSA



Hay algo de contagioso en la risa, como si el cascabel de un niño nos tocara el alma, y el calor del verano abrigara nuestro corazón. Entonces, no nos quedará más remedio que reír. Reír por el cántico de los pájaros, por la playa con arena blanca, por el sonido de las olas, por los claveles rosas, por las latas abrefácil, por las sillas con respaldo, por un paseo en bici, por el fin de la rutina, por no madrugar el fin de semana, por los almuerzos del recreo, por la fruta fresca, por las gominotas a escondidas, o no, por los finales felices, porque la hermanastra no se casa con el príncipe, por el bronceado del verano.
Hay que tener una risa sincera esta noche. Reír por los postres de las abuelas, por las comidas en familia, por las cosas sin sentido, por el examen aprobado o recuperado, por el primer beso.
Reír hasta los límites de la amistad, reír por soñar, por recorrer el mundo, por perderse en el camino, por la excursión de fin de curso, por los vestidos de muñecas, por las atracciones de la feria, por el cosquilleo en los pies.
Reír por el sonido de una trompeta, por los petardos de fin de año, por esa bebida refrescante, por las barbacoas, por la coca-cola, por no pasar frío, por patinar y caerse, por divertirse sin motivos.
Reír por la buena compañía, por los viernes, por las rebajas.
Reír por los pequeños momentos que pasan desapercibidos en nuestras vidas…


RÍE, COMPÁRTELO

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