¡Oh mi amado Calisto!
cuán feliz me haces sentir
cuando tus dulces y bellas
palabras rozan mis ojos
Mala fortuna la mía,
la que impídeme tenerte.
Responde al nombre de Pleberio,
por mí llamado papá.
Rojizos son tus cabellos,
destacan en tu gran rostro
dos brillantes azabaches
justo junto a un mar de pecas
sobre tus labios color rojo.
Soy la mujer más dichosa
cuando tus fornidos brazos
me amarran contra tu torso
llevándome al paraíso
de tus besos y tu cuerpo.
¡Cómo tienes la osadía
de dudar de mi amor por ti,
que siempre estuvo presente, mas ni yo lo conocía.!
Recientemente es ardiente
lo que yo siento por ti
mas siempre perdurará
por los siglos de los siglos.
Te lo digo, mi Calisto
este amor que nos tenemos
es y será de leyenda.
Puedo prometer y prometo
que esta historia escrita será
si es necesario con sangre.
Lo juro, mi bien, lo juro.
Si tu muerte se acercara,
moriría yo por ti
Pero al no ser posible esto
me entregaría junto a ti.
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